2004 Diciembre

  1. La Revista Colombiana de Ortopedia y Traumatología, como órgano oficial de la sociedad Colombiana de Cirugía Ortopédica y Trumatología, publicará artículos de la especialidad o relacionados con ella, previa aprobación del comité editorial.
  2. Los trabajos, salvo circunstancias especiales, deben ser inéditos y suministrados del editor y exclusivamente a la revista. Su reproducción total o parcial debe contar con la aprobación dar crédito a la publicación original.
  3. Los trabajos deben ser remitidos a Revista Colombiana de Ortopedia y Traumatología ( Apartado Aéreo 91298 Santa fe de Bogotá) , en original en disquete de 3.5 pulgadas, compatibles, con sistema IBM PS2, preferiblemente en Word Perfec o en MSWord, y una copia en papel de éste, tamaño carta a doble espacio, empleando una sola cara del papel, y guardando un margen izquierdo de 4 cm. Deben venir acompañados de una carta del autor principal en donde se exprese claramente que el trabajo ha sido lído y aprobado por todos los autores, e igualmente informar si se ha sometido parcial o totalmente a estudio por parte de otra revista. El autor debe guardar copia de todo el material enviado.
  4. Cada componente del trabajo debe iniciarse en una nueva página de acuerdo a la siguiente secuencia: página del título, resumen y palabras clave, texto, resumen en inglés (summary), agradecimientos, bibliografía, tablas (cada tabla en página separada con su título y notas) y leyendas para las figuras.
  5. En la primera página se incluye el título corto que refleje el contenido del artículo, el nombre del autor y sus colaboradores con los respectivos títulos académicos y el nombre de la institución a la cual pertenece. Se señalan los nombres y direcciones del autor responsable de la correspondencia relacionada con el trabajo y aquél a quien debe solicitarse las separatas. Se especifican las fuentes de ayuda para la realización del trabajo en forma de subvenciones, equipos y drogas.
  6. El resumen de no más de 150 palabras, debe enunciar los propósitos del estudio o de la investigación, los procedimientos básicos, los hallazgos principales y las conclusiones.
  7. El texto debe incluir introducción, material y métodos, resultados y discusión; las abreviaturas deben explicarse y su uso limitarse. Su extensión no debe ser mayor de 30 páginas a máquina a doble espacio, tamaño carta, y se acepta un máximo de 5 ilustraciones.
  8. La bibliografía se enumera en orden alfabético y se escribe a doble espacio 
    • En caso de revistas: apellidos e iniciales del nombre del autor y sus colaboradores (si son más de 5 puede escribirse, después de los 3 primeros, et al o cols.; título completo del artículo, nombre de la revista abreviado según el estilo del Index Medicus, año de publicación, volumen, páginas inicial y final. Para el uso de la puntuación siga el ejemplo: Jones HR., Siekert RG., Neurologic manifestations of bacterial endocarditis. Ann Int Med, 1969; 71: 21-28
    • En caso de libros: apellidos e iniciales de todos los autores, título del libro, edición, ciudad., casa editorial, año, páginas inicial y final. Para el uso de la puntuación, sígase el ejemplo: Fenilchelo O. Teoría psicoanalítica d ela neurosis, 3a de, Buenos Aires: Editorial Paidós; 1966: 56
    • En caso de capítulos de libros: apellidos e iniciales de los autores del capítulo, título del capítulo, autores o editores del libro, título del libro, edición, ciudad, casa editora, año, páginas inicial y final. Para el uso de la puntuación, sígase el ejemplo: Drayer BP, Poser CM. “Enfermedad de inclusión citomegálica del SNC”. En Toro G., Vergara Y., Saravia J., Poser CM., eds. Infecciones del sistema nervioso central. Santafé de Bogotá: Fondo Educativo Interamericano S.A.; 1978 172-175.
  9. Las tablas y cuadros se denominarán tablas, y deben llevar numeración arábiga de acuerdo al orden de aparición. El título correspondiente debe estar en la parte superior de la hoja y las notas en la parte inferior. Los símbolos para unidades deben aparecer en el encabezamiento de las columnas. Las unidades deben expresarse en el Sistema Internacional S.I. las fotografías, diapositivas, gráficas, dibujos y esquemas se denominan figuras, se enumeran según el orden de aparición y sus leyendas se escriben en hojas separadas. Al final de las leyendas de la microfotografías se debe indicar la colaboración y el aumento utilizado. Todo material como fotografías. Diapositivas, etc., deben ir marcados con su respectivo orden numérico y el nombre del trabajo o el apellido del autor. Las fotografías de las histologías serán sacadas a color, por lo tanto sus originales deben tener una buena reproducción. Si son gráficas o dibujos deben ser elaborados en cartulina blanca o papel vegetal con tinta china e indentificarse con el número de orden en la parte inferior. Si una figura o tabla ha sido previamente publicada se requiere permiso escrito del editor y debe darse crédito a la publicación original. Si se utilizan fotografías de personas, éstas no deben ser identificables; en caso contrario, debe obtenerse el permiso escrito para emplearlas.
  10. El comité editorial podrá seleccionar como editorial aquel trabajo que merezca destacarse por su calidad y su importancia para nuestra especialidad.
  11. Se consideran actualizaciones aquellos trabajos que contienen una completa revisión de los adelantos recientes ocurridos en un campo específico de la ortopedia.
  12. Comunicaciones breves son aquéllas que presentan la opinión o experiencia personal del autor sobre un tema que se considera de interés para la ortopedia. Puede acompañarse de una breve revisión.
  13. Presentación de casos son los trabajos destinados a describir uno o más casos que el autor considere de interés especial. Deben constar de resumen, descripción detallada del caso y discusión.
  14. Las cartas al editor son comentarios cortos sobre algún material previamente publicado por la Revista Colombiana de Ortopedia y traumatología.
  15. La Revista Colombiana de Ortopedia y Traumatología no asume ninguna responsabilidad por las ideas expuestas por los autores.
  16. Para las citas de referencias la abreviatura de la Revista Colombiana de Ortopedia y Traumatología es Rev. Col. Or. Tra.
  17. Los artículos serán sometidos al proceso de revisión editorial, en donde podrán ser modificados, cambiados o corregidos por los editores, para mejorar la redacción, gramática, ortografía y presentación. El autor correspondiente recibirá una prueba (galera) que él debe revisar cuidadosamente, aportando los cambios mínimos indispensables y aclarando las dudas de los editores.
Los errores médicos

La medicina es un arte de probabilidades y una 
ciencia de incertidumbres 
W.Osler

Ejercemos y practicamos una profesión de alto riesgo en la cual las decisiones muchas veces deben tomarse con rapidez y basadas con alguna frecuencia en informaciones deficientes o en porcentajes estadísticos. Por el otro lado, al no tomar decisiones, los pacientes mueren o se complican. Dependemos de pruebas auxiliares débiles, de procedimientos y consultas que no son perfectos. Basados en nuestras decisiones, realizamos cirugías o tratamientos excelentes, en los que como seres humanos podemos tener éxito o fallar. La medicina y la cirugía raras veces tienen reglas que no tengan excepción, la inhabilidad no es factible. El mejor médico no es el que más sabe sino el que menos se equivoca, y seguiremos presentando complicaciones a pesar de informar honestamente a nuestros pacientes sobre sus posibilidades. No hay ley ni seguro ni acción que pueda eliminar el riesgo del acto médico, ni siquiera cuando éste es ejercido por la persona más calificada, actualizada, diestra y hábil.

Las fallas son de dos tipos: las activas y las latentes. Las primeras son aquellas que dependen de las personas, por cualquiera de las múltiples causas que pueden llevar al ser humano a fallar. Las segundas tienen su origen en los elementos de soporte de los procesos, como el mantenimiento de equipos e instalaciones, las políticas organizacionales etc. Estas fallas latentes en 95% son cometidas por personal bien entrenado.

Sin embargo, las demandas por mala práctica y por errores hospitalarios representan la otra cara del problema. Nos enfrentamos a la administración de justicia, a la sociedad, a los periodistas amarillistas y a los abogados para quienes en medicina todo error es un crimen y quieren utilizar nuestras fallas y errores fuera de contexto para su beneficio y el de la presunta víctima.

Racionalmente nadie puede negarse u oponerse a que los pacientes que hayan sido lesionados por negligencia, imprudencia o impericia deben ser en justicia compensados por el daño y que los médicos que practican su profesión con negligencia o impericia deben perder ese privilegio temporal o permanentemente de acuerdo con el fallo del tribunal de ética médica.

¿Deben confesarse los errores y las complicaciones de nuestro ejercicio profesional? Sí, pero a las instancias adecuadas: auditorias médicas especializadas, revisiones de pacientes, revista de pacientes hospitalizados, comisión de errores…

Si el caso lo justifica, se debe instalar un proceso éticodisciplinario ante el tribunal de ética médica regional como primera instancia fundamental para los derechos de los profesionales, cuando un colega haya sido encontrado culpable de violar alguna de las normas del código de ética médica (ley 23 de 1981) como resultado de los procesos de una auditoría médica adecuada y permanente. No por ello, son merecedores a sentencias públicas ni juicios institucionales sin las adecuadas investigaciones con los debidos procesos a los que tienen derecho.

Sin querer promulgar la impunidad, en un medio tan agresivo como el nuestro, confesar nuestros errores públicamente o al paciente, es un acto peligroso de ingenuidad por las implicaciones que conlleva el ejercicio de la verdad en los estratos judiciales de nuestro país pues equivaldría a fomentar injustificadamente las demandas contra los profesionales de la medicina. Lo importante es tener el valor y el criterio para reparar personalmente los errores. 

El criterio se adquiere al lado de un buen maestro y también con el paso del tiempo, si de cada caso extraemos las enseñanzas oportunas.

Cuando el médico no tiene suficiente criterio o maneja inseguridad existe el peligro de caer en la medicina defensiva que consiste en solicitar una serie de exámenes innecesarios con el objeto de defenderse de posibles demandas por negligencia, especialmente en los medios en los cuales se abusa de las demandas por mala práctica.

La utilización de nuevas técnicas y tratamientos se verá notoriamente restringida, a causa de su potencial peligro y consiguiente riesgo de litigio. Estas actitudes encarecen y limitan aún más el ejercicio de la medicina en un medio hospitalario pobre como el nuestro.

Aparte de los errores groseros, que por fortuna son poco frecuentes, existen muchos aspectos alrededor del “error” médico que hacen que sea extremadamente difícil precisar si hubo tal error, por comisión o por omisión. Al no ser la cirugía una ciencia exacta no se puede asegurar que determinada técnica no está bien indicada o realizada.

“Aunque es humano errar, es inhumano no tratar si es posible, de proteger de fallas evitables y peligros a aquellos que confían sus vidas en nuestras manos” (Max Thorek).

La única manera de disminuir el error es construir una política permanente de mejoramiento obligatorio de la actividad médica con la responsabilidad individual del médico y de la institución donde presta sus servicios.

Sin educación no puede haber calidad. Sin calidad no puede haber garantía de vida y salud para los pacientes.

Actualmente se habla mucho de acreditación pero en alusión a edificios y quizás a equipos y pero no del conocimiento, base de la buena atención.

Tiene sentido entonces, desarrollar y estimular programas que minimicen los errores en cada técnica quirúrgica o procedimiento artroscópico en Ortopedia, para crear un medio ambiente más seguro para el cuidado de la salud y el ejercicio profesional.

1 Sobresalen y vale la pena destacar los talleres con prácticas de habilidades psicomotoras que se desarrollan en el seno de nuestra SCCOT, en los cursos de osteosíntesis de la AO y en los programas de entrenamiento de postgrado en Ortopedia con insistencia en la planeación preoperatorio obligatoria.

2 Estimular la recertificación es otro paso para demostrar la actualización de los conceptos que se manejan actualmente en la ortopedia y traumatología colombiana, pero recalcando nuevamente el concepto de realizar siempre una buena historia clínica, en la que queden consignadas todas las eventualidades del tratamiento del paciente, para evitar tergiversaciones de nuestros procedimientos y conductas.

3 La epidemiología clínica es otra herramienta que debemos implementar y utilizar, para hacer nuestra ignorancia más precisa.

4 Aún dentro de condiciones tan precarias del ejercicio profesional, una buena comunicación con el paciente y sus familiares sigue siendo fundamental para disminuir el número de demandas. La información debe ser verdadera, clara, suficiente y en lo posible discutir con el paciente mismo los riesgos y beneficios del acto médico, desde el más sencillo al más complejo, donde la probabilidad de error es un factor que aunque mínimo debe ser considerado.

No es fácil hoy en día mantener una práctica profesional libre de contratiempos y de demandas, en parte porque nos encontramos frente a un modelo de práctica mucho más complejo. Este modelo es ofrecido por un grupo de profesionales a través de un intermediario entre nosotros y el paciente, que reglamenta esa relación al imponer normas, algunas de las cuales se pueden calificar de no éticas porque pueden poner en peligro al paciente al limitarle o demorarle la aprobación de tratamientos y exámenes. Aumentan así las demandas contra el médico y no contra las entidades que lo emplean.

Nuestro primer deber como médicos sigue siendo defender al paciente y no considerarlo como “cliente” si queremos evitar la avalancha de futuras demandas ante las fallas de las EPS.

Jochen Gerstner MD
Director-editor

 

Dr. Sterling Bunnell (1882 – 1957)

Considerado mundialmente como el padre de la Cirugía de la mano. Creó una red nacional de centros militares de Mano en Estados Unidos, que junto a un texto considerado muchos años como la Biblia de la cirugía de la cirugía de Mano y la formación integral de los primeros cirujanos jóvenes que se dedicaron al cuidado de la mano, cambió el manejo mundial de las lesiones de la mano y de la extremidad superior.

Antes de la primera guerra mundial, se realizaban cirugías de la extremidad superior y de la mano en forma fragmentada, a través de cirujanos generales, ortopedistas, neurocirujanos y los primeros cirujanos plásticos. Los ortopedistas se encargaban de los huesos, los neurocirujanos de los nervios y los cirujanos plásticos de los tendones y tejidos blandos. Esta división de tareas prolongaba el tiempo de tratamiento que no se dirigía hacia la reconstrucción sino a la estabilización.

(Igual sucedió entre nosotros en el instituto de los seguros sociales antes de establecerse la sociedad colombiana de cirugía de la mano, los ortopedistas manejaban los huesos y articulaciones y los cirujanos plásticos las partes blandas)

El período entre la primera y segunda guerra mundial mostró la creación de unas pocas publicaciones sobre lesiones e infecciones de la mano, pero la división de tareas permanecía igual entre los cirujanos.

La génesis de la cirugía de la mano fue la II Guerra mundial gracias a la influencia de Sterling Bunnell que logró establecerla como especialidad en Estados Unidos. Era un cirujano general interesado en todos los campos de la cirugía (excepto la intraocular), que practicaba en su ciudad natal, San Francisco. Publicó su primer trabajo “reparación de tendones en los dedos y descripción de dos nuevos instrumentos” durante la primera guerra mundial. Trabajando en práctica privada durante 25 años, entre las dos guerra mundiales, desarrolló un abordaje sistemático a los problemas del miembro superior. Era entusiasta seguidor de los principios de Böhler para el manejo de las fracturas. Estuvo en Francia en un equipo de neurocirujanos para manejar las lesiones de nervios periféricos. Poco antes de entrar Estados Unidos a la segunda guerra mundial, Bunnell terminó sus colosal libro “Cirugía de la mano” donde condensó y destiló los principios que sirvieron de texto para las nuevas generaciones de cirujanos de la mano en todo el mundo.

Gracias a sus conocimientos fue nombrado consultor civil de la secretaría de guerra, pues los oficiales médicos habían previsto más de 88.000 lesiones de miembro superior y de éstas, 22.000 lesiones de la mano en soldados que no regresarían a la acción, en la II guerra mundial. Anticipándose al flujo esperado de lesiones de la mano el Dr. Norman Kira, Cirujano ortopedista del ejército asignó a Bunnell, que se había preparado para enfrentar estos problemas de la mano, para guiar, integrar y desarrollar una especialidad quirúrgica para las lesiones de la mano. Bunnell ya tenía la experiencia, había probado los métodos y procedimientos, los había verificado con rigurosos seguimientos y había organizado sus ideas en forma de principios.

Para realizar esto Bunnell estaba listo para aprovechar esta oportunidad y comprometerse con la tarea de desarrollar y manejar nueve centros regionales de mano a través del país, manteniendo para él su papel de consultor en el Hospital General Letterman de San Francisco. Reunió un grupo de colegas interesados en la cirugía de la mano con experiencia en cirugía general, ortopedia y neurocirugía para convertirlos en los primeros especialistas en cirugía de la mano. Entrenó y nombró cerca de 40 de estos cirujanos como jefes y cirujanos especialistas de los nueve centros de mano. Periódicamente enseñaba y desarrollaba cursos intensivos, conducía mesas redondas de discusión y realizaba algunas de las cirugías más difíciles.

 

Sección I Columna

Sección II Mano

Sección III Ortopedia infantil

Sección IV Rodilla

Sección Reporte de Caso

Sección V

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